¡El nuevo hombre teclea en lugar de actuar!
La comunicación básica y natural ha sido suplantada por la digital, en nuestra sociedad o masa digital, que se conforma básicamente de sujetos aislados, pasivos y desalmados, incapaces de conformar una comunidad activa a la cual se refiere también, como enjambre digital. Para revertir esto, los individuos tendrían que salir de ese narcisismo que los asfixia y que los hace creerse libres en la comunicación y el torrente de información que les impide pensar. Ya no hay espacio para el silencio y la reflexión, para encontrarse con la mirada del otro y aproximarse a éste sensualmente. Las redes sociales se considera que nos exprimen la energía, que podría requerirse para interrumpir la positívidad, rebelándose al régimen de vida a la que la sociedad nos ha sumido voluntariamente. La revolución digital de nuestros días, nos ha embriagado, nos ha trastornado nuestra percepción, visibilidad, sensación, convivencia cotidiana, hasta volvernos dóciles y ciegos ante sus destellos.
El medio digital es un medio de presencia. Su temporalidad es el presente inmediato. La comunicación digital se distingue por el hecho de que las informaciones se producen, envían y reciben sin mediación de los intermediarios. No son dirigidas y filtradas por mediadores. Lo anterior, ha tenido consecuencias también en la esfera pública, pues la privacidad y la intimidad han invadido este espacio desalojándolo de toda muestra posible de respeto. Ya no hay distancia, en su lugar, sólo el escándalo en el que lo público se esfuma. Sin esa distancia necesaria para reconocer al otro, no puede haber respeto.
El “me gusta” del Facebook sustituye el carácter táctil y corporal con el otro, con la persona real y con lo real en su conjunto, hoy los dedos y las manos son al teclado y al mouse.
“Lo digital somete a una reconstrucción radical la tríada de lo real, lo imaginario y lo simbólico. Desmonta lo real y totaliza lo imaginario”.